DARKSOLER: EL CAZADOR SOLITARIO (CAPÍTULO 3)

 

CAPITULO III

EL CAZADOR SOLITARIO

El viento rugía con especial fuerza esa tarde, como si se hubiera propuesto acabar de una vez por todas con cada una de las criaturas que se atrevían a posarse sobre la superficie de las heladas tierras de los Bardar Hu, pero el recio ataque de la naturaleza no parecía importar mucho a la figura cubierta de pieles que se agazapaba tras los árboles, para observar el grupo de ciervos que aprovechaba la arboleda para resguardarse del frío intenso y del viento de aquel invierno a treinta metros de distancia.

Darksoler cambió el peso de una pierna hacia otra con un movimiento tan suave que bien pudo ser imperceptible, eso bastaría para que los músculos no se entumecieran durante la espera, lo cual podría hacerlos fallar en un momento decisivo.

Los ciervos no habían reparado en el muchacho de larga cabellera dorada e intensos ojos azules que los vigilaba tras los árboles y en contra del viento. El truco no era nuevo, pero al joven bárbaro no se lo había enseñado nadie, lo había descubierto el solo, junto a muchas otras tácticas necesarias para sobrevivir aislado en aquel sitio durante siete años consecutivos con la necesidad de cazar para si mismo y para su madre, quien aun lo esperaba en su aldea natal cada quince días para poder recibir su única provisión permitida de alimentos.

Durante ese tiempo, Darksoler había vivido épocas de abundancia y de escasez, pero este invierno estaba siendo especialmente duro para todos, incluso las tribus de las tierras de Lowathan parecían haberse movido mas al sur, pues las partidas de saqueo organizadas por Dark-axtorm regresaban una y otra vez con las manos vacías.

Los ciervos parecieron olisquear algo durante un segundo, y el líder de la manada empezó a guiar a su grupo, lentamente, un poco más adentro de la arboleda. El muchacho llegó a preguntarse si por un momento el viento habría cambiado revelando su olor, pero descartó la idea medio segundo después, decidiendo estar más atento en caso de que apareciera otro cazador, al tiempo que empezaba a otear en dirección a los animales para hallar otro escondite que le permitiera acercarse lo suficiente para escoger el mejor blanco. Se movió lentamente, esperando siempre que alguna ráfaga de viento fuerte, o el crujir de las ramas de los árboles cubrieran cualquier ruido que pudiera hacer su cuerpo. En lo que le pareció una eternidad, logró avanzar por entre los árboles hasta cubrirse tras lo que sobresalía de una roca asomada entre la nieve, la nueva posición lo situaba a solo nueve metros de distancia. Con suavidad retiró una flecha del carcaj que colgaba a su espalda y preparó el arco corto, no era el mejor tirador con arco de la tribu, ni siquiera era de los buenos, pero no había elección.

Había dejado las dagas y la espada corta en el escondite del árbol inclinado junto con las otras cosas que no necesitaría en una partida de caza, llevándose solo el puñal y algo de comida. El árbol inclinado era lo mas parecido a un hogar en su vida, un sitio tranquilo y seguro donde guardar sus pocas pertenencias durante mientras pasaban los años, por supuesto había otros lugares a los que acudía, una cueva frente al lago de los peces de plata y también el pequeño bosque de pinos, pero ninguno tenia el valor y el significado del árbol, era en ese sitio donde había vuelto a nacer, donde se había convertido en el hombre que era.

El ciervo líder levantó la cabeza en actitud nerviosa y sus orejas parecieron alertarse por algo en las cercanías. Darksoler supo de inmediato que si no actuaba pronto, todo el trabajo se perdería, así que tensó el arco y apunto al animal que había escogido como blanco, soltó la cuerda del arco y la flecha voló en dirección al ciervo para clavarse justo en su corazón. La manada entera se disperso en una rápida carrera para huir del atacante, pero para sorpresa del muchacho, no lo hicieron en dirección contraria a él. La reacción de los ciervos al correr justo en su dirección lo paralizo por un par de segundos, entonces escucho el rugido.

La bestia debía medir entre tres y tres y medio metros de altura, todo su musculoso cuerpo estaba cubierto por pelo de color blanco, sus manos terminaban en afiladas garras de mas de quince centímetros de largo, y en su simiesco rostro, sobresalían los colmillos de la mandíbula inferior, debían ser tan largos como las dagas de lanzamiento que tanto extrañaba Darksoler en este momento.

Supo al instante que si intentaba cargar su arco y disparar contra la bestia, estaría muerto antes de lograrlo, también entendió en ese momento que era lo que tanto inquietaba a los ciervos, también supo que todo lo que podía salvar su vida en ese momento eran sus piernas, pero para entonces ya había empezado a correr.

Darksoler corrió tanto como sus piernas se lo permitieron, se esforzó por moverse entre los árboles para dejar obstáculos entre el monstruo y él, y creyó haberlo conseguido hasta que aquel simio gigantesco derribo el primer árbol de un manotazo en su afán por quitar obstáculos de su camino y alcanzar al joven bárbaro. El muchacho observó horrorizado como el peludo ser ganaba terreno rápidamente.

-    No solo es mas fuerte, también es mas rápido – se dijo a si mismo mientras se esforzaba en hallar alguna salida a su mas reciente problema.

El monstruo de feroces colmillos se hallaba ya a tan solo dos metros del muchacho, cuando este divisó la helada superficie del lago Thad, una pequeña laguna donde la pesca era buena en los meses más cálidos, que casi no merecía tener nombre. Darksoler corrió hacia el lago haciendo un drástico cambio de dirección que le permitió alejarse unos metros más de la bestia que lo perseguía.

El lago se encontraba ya a menos de diez metros cuando el gigantesco ser saltó sobre Darksoler, Ambos cuerpos rodaron sobre la nieve durante algunos segundos debido al impulso de la carrera, el muchacho sintió un fuerte ardor en su pierna derecha cuando el feroz Wendigo clavo su garra buscando inmovilizarlo, pero para el bárbaro, el dolor era solo un compañero mas de su diario vivir, y su presencia no lo sorprendía en lo absoluto. Con la otra pierna lanzó una patada al rostro del monstruo, causándole algo de desconcierto a quien no estaba habituado a ser contra atacado, y al mismo tiempo proporcionándole la ligera ventaja que le permitió escapar de entre los brazos de la muerte.

Darksoler se incorporó rápidamente, y forzó su pierna herida a una veloz carrera hacia el congelado lago Thad; La feroz criatura de las nieves se levantó enfurecida, busco con la mirada a su escurridiza presa, y calculó de inmediato un curso de intercepción sobre la superficie del lago, al tiempo que flexionaba sus poderosas piernas y se catapultaba a si misma en un salto que habría hecho palidecer de envidia a una pulga.

El joven cazador miro por un segundo hacia atrás, solo para ser testigo del momento en el cual el Wendigo saltaba en su persecución; Darksoler se encontraba ya a menos de un metro de donde comenzaba el agua congelada, y forzando su pierna herida se propulso hacia delante buscando que la posición del cuerpo en ese salto, al momento de impactar en el hielo, fuera lo mas horizontal posible, el golpe fue lo suficientemente suave, esto fue lo que le permitió deslizarse sobre el agua congelada como si de un trineo se tratase.

El cuerpo del muchacho resbalo sobre el hielo alejándose del borde del lago a gran velocidad, una sonrisa de triunfo comenzó a formarse en el rostro de Darksoler, solo para ser borrada medio segundo después, cuando el Wendigo aterrizo en el espacio que acababa de abandonar el cuerpo del muchacho al deslizarse sobre el hielo.

El impacto del monstruo sobre la helada superficie no fue tan suave ni tan ligero como el aterrizaje del joven bárbaro, e inquietantes líneas de cuarteamiento empezaron a formarse bajo su peso. Por otro lado, aunque Darksoler continuaba alejándose del Wendigo, su impulso mermaba en forma evidente.

Una sola mirada bastó al bárbaro para evaluar la situación, se puso en pie de un salto y se esforzó en seguir corriendo a toda la velocidad que daban sus piernas, la bestia de las nieves corrió tras el con igual determinación, pero a cada paso que daba, el hielo bajo sus pies se agrietaba mas y mas. Darksoler podía ver con claridad las líneas que corrían desde el hielo hasta el borde del lago, y supo de inmediato que si no alcanzaba pronto la otra orilla, no tendría que temer a la muerte en forma de garras y colmillos, pues su final llegaría manifestado como el frío del agua bajo sus pies.

El Wendigo casi daba alcance al joven bárbaro, cuando el hielo bajo sus pies cedió, la loza de hielo bajo los pies del monstruo llegaba justo hasta donde alcanzaban en ese momento los pasos del cazador, y cuando se inclinó peligrosamente, el muchacho aprovechó el accidental impulso para saltar desde ella hacia la orilla del lago al mismo tiempo que la descomunal bestia rugía de ira al zambullirse en la helada superficie.

-     Mas grande, mas fuerte, mas pesado y mas tonto; definitivamente me superas en todo – Le gritó el muchacho a la bestia desde la seguridad de la orilla mientras veía como esta luchaba por salir del agua.

Darksoler sabia, como lo habría sabido todo cazador experimentado, que ese lago de agua helada no detendría al Wendigo por mucho tiempo, así que preparó una flecha de su arco, apuntó y disparó contra la bestia, solo para descubrir con sorpresa que la saeta no penetraba en la gruesa capa de piel del monstruo, disparó dos mas con igual resultado antes de desistir, los rugidos de ira del animal y sus intentos por salir del agua aumentaron de intensidad, lo cual convenció al muchacho de que era tiempo de alejarse de allí.

El joven guerrero cubrió su herida de la mejor manera posible utilizando una de las mangas de su camisa y se encaminó hacia el lugar donde había caído el ciervo minutos antes, estaba seguro de que ese tiro había sido directo al corazón, y el invierno no estaba como para ir dejando presas abandonadas, al fin y al cabo, su madre contaba con esa carne.

 


La aldea se veía especialmente solitaria aquel día, no había gente en la calle, y las puertas y ventanas de las rusticas cabañas se hallaban cerradas en su mayoría. Darksoler avanzó despacio por el conocido sendero que atravesaba el conjunto de pequeñas cazas de madera, buscando llegar hasta la última área habitada del caserío, donde se hallaba la choza que ocupaba su madre, lo que menos deseaba era tener un desagradable encuentro con Dark-axtorm y sus guerreros, o peor aun con Darkozahr. El ex líder  de los Bardar Hu, se había dedicado a la bebida fermentada durante los últimos años, y un odio profundo hacia Darksoler, como causante de todas sus penurias, había crecido en sus entrañas alimentada por el rencor y la bebida.

El hijo de Dalemoon casi respiró aliviado cuando vio la casucha de su madre al extremo del camino secundario, el peso del ciervo sobre sus hombros empezaba a ser excesivo  para su pierna herida, y el nerviosismo que le producía un posible encuentro violento con su hermanastro no hacia nada por relajar su cansado cuerpo, pero el descanso debió ser postergado indefinidamente, un par de guerreros Bardar aparecieron por el camino mas allá de la cabaña de su madre, lo reconocieron al instante y se dedicaron a observarlo con suma atención por unos instantes, luego intercambiaron unas palabras y se separaron, uno de ellos, vestido con pieles de color rojizo y con el cabello agarrado en una larga trenza sobre la espalda, se acercó lentamente a Darksoler, este advirtió de inmediato que el guerrero llevaba la mano derecha sobre la larga empuñadura de hueso de un puñal que reposaba sobre su muslo derecho.

El otro guerrero, vestía pieles de color grisáceo y llevaba el cabello cortado al rape, pero al contrario de su compañero, no se acercó al joven cazador, tomó una ruta lateral para dirigirse a la cabaña principal, la que ahora ocupaba Dark-axtorm de acuerdo a su rango de rey Bardar su nombre era Razkahr, y el muchacho también lo había reconocido al instante, era la mano derecha de su hermanastro el mismo que había secundado al ahora rey en la idea de la prueba en el cubil de los lobos durante la víspera de la noche de los augurios. La maniobra no pasó desapercibida para Darksoler, quien bajó de sus hombros lentamente el cuerpo del ciervo que había cazado y enfocó toda su atención en el guerrero que se aproximaba. 

-       Saludos, hijo de Dalemoon – Dijo el guerrero utilizando una formula convencional y neutra. – veo que tu jornada de caza ha sido buena. –

-   Saludos – Respondió Darksoler sin perder de vista la mano del guerrero que descansaba sobre el puñal – esta es la comida de Dalemoon, quien, por mis crímenes, solo puede comer lo que yo cazo –

-     Lo sé Darksoler, pero es bastante comida para una sola mujer, creo que deberías darle una parte a Dark-axtorm, esas son las nuevas reglas –

-       Entonces, que mi hermano venga a explicarme sus reglas – alegó el muchacho con algo de furia en la voz.

Como si lo hubiera escuchado, Dark-axtorm trotaba en dirección a la choza de Dalemoon acompañado por seis Guerreros, entre ellos Razkahr, el sujeto de pieles grisáceas y cabello corto; todos venían armados con lanzas y espadas largas, y el ruido provocado por los pasos de los hombres y el chocar de las espadas envainadas contra los cuerpos atrapó la atención de Darksoler, quien como era costumbre en él desde el día en que había sido desterrado de la aldea, midió mentalmente sus fuerzas contra el grupo, al igual que lo hacia con cualquiera con quien se encontraba.

Aunque a sus trece años el muchacho ya medía mas de metro ochenta, y su cuerpo era el de un hombre que podía superar en fuerzas a casi cualquier humano normal, un grupo de ocho guerreros Bardar Hu siempre serán una fuerza de combate temible, y el joven hijo de Dalemoon carecía en ese momento de la experiencia necesaria para acabar con semejante oposición.

El impresionante grupo de guerreros alcanzó el sitio donde esperaba Darksoler, y como si una mano invisible les hubiera bloqueado el paso, se detuvieron a dos metros del muchacho formando un semicírculo.

-     Saludos Darksoler, veo que has tenido buena caza – dijo Dark-axtorm fijando su mirada en la presa que yacía a los pies del muchacho.

-       Es mi obligación gran rey – respondió el joven Bardar – fuiste tu quien me impuso la labor de cazador; si quiero que mi madre se alimente, debo ser yo quien caza para ella.  

-     Es una presa grande para una mujer sola – intervino Razkahr – y el invierno ha sido muy duro esta vez, La ley de Dark-axtorm dice que los guerreros debemos tomar la mitad de lo que cualquiera consiga –

Darksoler miró a su hermano por unos instantes, el líder Bardar pareció dudar un poco, y su mirada se movió entre los hombres que lo acompañaban, eso pareció devolverle el valor.

-     Ya lo escuchaste, hijo de Dalemoon – afirmó Dark-axtorm – la mitad de tu presa nos pertenece por orden mía, a menos que prefieras negarte a obedecerme. -

El joven bárbaro ya había recreado esa lucha en su mente varias veces mientras se desarrollaba la conversación, y el resultado nunca fue de su agrado, así que prefirió perder un poco ahora, y esperar otro momento donde la fortuna estuviera de su lado.

-   Tú eres el líder de los Bardar Hu, Dark-axtorm. – Dijo Darksoler mirando directamente a su hermano y dando un paso hacia el -Yo sólo soy un muchacho que caza para dar de comer a su madre, cualquier orden que impartas, debe ser obedecida.-

Con un movimiento rápido, no bien acababa de terminar la oración, el muchacho desenvainó la espada que colgaba en el cinturón de su hermano, Dark-axtorm y sus acompañantes intentaron retroceder y ganar la distancia necesaria para iniciar el combate o la huida, pero antes de que hubieran terminado su gesto, Darksoler había cortado de un tajo el ciervo que se encontraba en el suelo; clavó la pesada espada en la tierra, justo donde se encontraba parado, tomó la porción que le correspondía y se alejó del grupo dándoles la espalda. Medio ciervo era una buena porción de alimento para una mujer sola, y ese invierno había sido especialmente duro para todos.

 

Nunca le había gustado permanecer demasiado tiempo en la aldea, al menos no desde que Dark-axtorm lo había condenado a vivir desterrado, su hermano era demasiado violento como para poder soportarlo por mucho tiempo, además estaba el asunto de su padre. Darkozahr se había dedicado a la bebida desde aquel fatídico día en que su pequeño hijo le había arrancado de una sola mordida el derecho a reinar sobre los Bardar Hu, un testículo, y el respeto de sus hombres. La condición del ex rey, era motivo de burla, no solo entre los guerreros del clan, también aprovechaban la oportunidad de mortificarlo, los viejos y lisiados que bien podían enfrentársele en solitario. Cuando un rey carece de guerreros, es cuando mas se evidencia su capacidad o su incapacidad de gobernar. La bebida también hacia de Darkozahr un sujeto peligroso, en especial para Dalemoon y para Darksoler, a quienes el antiguo monarca veía como los causantes de su ruina.

Todo esto, sumado a el odio visceral que se caldeaba en las entrañas de su hermano, cada vez que lo veía, y el respaldo incondicional de unos guerreros dispuestos a ganar favores de su monarca, hacían que el joven bárbaro pasara el menor tiempo posible con su madre, por otro lado, ya empezaba a manifestarse en su espíritu la necesidad de buscar nuevos lugares y de conocer a nuevas personas, todos aquellos impulsos que despiertan en el cuerpo cuando el destino le ha preparado un papel especial a una persona en otro lugar.

Las montañas cubiertas de nieve, o los profundos valles donde el suelo era siempre verde, eran mas atractivos para Darksoler que un grupo de cabañas y chozas donde el frío anidaba en el corazón de las personas, por eso había regresado a las montañas sin pasar la noche en la choza de su madre, aunque era mas la curiosidad lo que lo había llevado a dos días de viaje en dirección al oeste, donde las montañas eran aun mas altas y parecían desafiar a cualquiera que osara pensar en cruzar mas allá de ellas, lo que Darksoler quería ver era ese lago gigantesco que según el viejo Ci-lavok, conectaba todas las tierras, quizás, si podía llegar a el, encontraría la forma de irse de una vez por todas de aquel helado infierno que tanto detestaba.

Lo que captó su aguda vista, acostumbrada a detectar una posible presa en medio de una tormenta de nieve, no fue el mar, era un grupo de hombres como no había visto en toda su vida. Eran siete en total, y casi todos vestían de forma similar, con excepción de el que parecía ser el mas pequeño, ese no llevaba la armadura de cuero tachonado de color negro que vestían los demás, en su lugar, portaba una gruesa chaqueta acolchada de mangas amplias y del mismo color. El líder del grupo, parecía ser un poderoso guerrero que cabalgaba en un corcel de color blanco; Darksoler había visto caballos antes, pero muy pocos Bardar Hu conservaban estos animales durante las épocas de invierno, mantenerlos era demasiado costoso, así que solían terminar convertidos en carne para la cena. El jinete llevaba además, una larga lanza, de la que colgaba una tela de color rojo con el dibujo de un águila negra de dos cabezas. Cerraban el grupo, cinco hombres de recia complexión, el más viejo de todos, cuyo cabello era color ceniza, les gritaba una serie de ordenes en un lenguaje que pareció gracioso al muchacho que los observaba oculto desde la saliente de una roca sobre sus cabezas.

Para cuando el sol quiso hacer uno de sus viajes completos en torno al firmamento, el joven Darksoler ya había observado bastante al singular grupo de exploración; porque eso era lo que el muchacho había descubierto que eran, exploradores. Lo supo desde que vio los mapas que llevaba el sujeto del caballo, nunca había visto telas como aquellas, eran extremadamente delgadas y parecían muy delicadas. El individuo de la chaqueta solía escribir y dibujar en ellas y cubrirlas con gruesas tapas de cuero. Si él pudiera hacerse con uno de aquellos objetos, seguro podría utilizar sus mapas para alejarse de la odiada aldea Bardar Hu, y si tomaba un caballo, tal vez podría llevar a su madre, estaba seguro que en alguno de los delicados mapas que tenia el grupo de exploración, debía figurar alguna de las opulentas ciudades de las que Ci-lavok le hablaba.

También había aprendido a temer al sujeto de la chaqueta, el individuo tenia algo fuera de lo común, los otros eran guerreros, eso era fácil de comprender para alguien que acostumbraba a presenciar a rudos guerreros casi a diario, estos tenían un poco mas de disciplina, y de seguro provenían de un clan muy rico, por que su líder podía pagar para que todos sus hombres vistieran prendas de igual color; pero el otro sujeto, no aparentaba portar armas pesadas como sus compañeros, no llevaba espada ni hacha, su única arma parecía ser un grueso bastón que utilizaba como apoyo al caminar; y lo que era peor, en dos ocasiones, parecía haber percibido la presencia de Darksoler, aun sin haberlo visto. El muchacho había tenido suerte; en las dos ocasiones, los soldados habían tardado tanto en registrar el área que les había indicado el individuo del bastón después de tocar su cabeza con ambas manos, como si sufriera un intenso dolor, había podido cambiar de sitio de observación con una relativa facilidad, pero era consciente de que ahora, los exploradores parecían mas alerta que antes, y eso se debía a algún tipo de misterioso poder que emanaba de aquel  extraño personaje.

 

La noche se había cerrado totalmente, y la luna recorría la segunda mitad de su camino cuando Darksoler se arrastró hasta el campamento de los intrusos; sabia de antemano que, dado el reducido numero de la partida, no podían arriesgarse a hacer guardias muy numerosas, por ende no fue sorpresa cuando descubrió que solo un centinela vigilaba el sueño del curioso grupo.

El objetivo del muchacho era muy claro;  se acercaría hasta las bolsas de cuero donde el líder de la expedición guardaba los gruesos paquetes de mapas, se apropiaría de ellos, y de ser posible del caballo, y escaparía hasta la villa, donde relataría a Dark-axtorm todo lo que había visto, una vez hecho esto, seria problema de su hermano si le creía o no, el utilizaría los mapas y el caballo para irse a alguna de las poderosas ciudades del sur de las que tanto le hablaba Ci-lavok, su madre podría venir con el, lo importante era no volver nunca a aquel lugar helado.

El centinela acababa de pasar tras la roca donde se agazapaba Darksoler para empezar de nuevo su ronda en torno al campamento, y se hallaba a menos de cuatro pasos de la posición del muchacho cuando este le saltó encima; el bárbaro largo una profunda puñalada a la garganta del guardián, había observado todo el día las extrañas armaduras de cuero tachonado que vestían los exploradores y no quería llevarse una sorpresa, por lo tanto decidió atacar una zona no protegida. Dos cuartas de metal se clavaron en el cuello del soldado segándole la vida de inmediato, su cuerpo no cayó al suelo, Darksoler fue lo suficientemente precavido para abrazarlo al momento del ataque y así detener una ruidosa caída.

El joven bárbaro se acerco sigilosamente a donde dormía el líder de la expedición, lo mas difícil de todo, seria sacar los mapas de la bolsa que los contenía, la cual descansaba justo al lado del guerrero; Darksoler alargó su brazo lentamente, sin despegar la vista del individuo a sus pies y sin soltar la espada corta que mantenía en guardia en la otra mano. Logró meter la mano en la bolsa y empezó por rebuscar a tientas entre los objetos que se hallaban en ella con la esperanza de localizar al tacto los preciados mapas. El dolor fue súbito e impresionante, el muchacho no pudo reprimir el grito que levantó a todo el campamento, algún tipo de dispositivo de seguridad, o una trampa a presión para cazar ladrones se había disparado sobre su mano clavando en esta agudos dientes que perforaron su carne, el bárbaro retrocedió de un salto retirando su mano de la bolsa para mirar la pequeña esfera dentada, con un resorte en el medio que se aferraba en cruel mordida al rededor del canto de su mano al tiempo que buscaba espacio para huir del grupo de guerreros que lo observaban con una mirada que venía cargada de confusión, sorpresa y odio.

Darksoler desprendió la trampa de su mano en un solo movimiento; ya antes había sopesado sus posibilidades contra el grupo de exploradores y había concluido que era para él imposible vencerlos a todos al mismo tiempo, pero esta era justamente la situación que se le presentaba.

El líder de la expedición avanzó sobre él blandiendo desnuda la hoja de una espada larga, el muchacho detuvo la primera estocada a solo unos centímetros de su rostro, y vio como uno de los soldados intentaba flanquearlo por la derecha para atacarlo con un sable curvo. La reacción del solitario bárbaro fue casi automática, su mente ignoró el dolor de la mano herida para alcanzar una de las dagas de lanzamiento que llevaba a su espalda y arrojarla con mortal puntería al ojo derecho del soldado; los mismos reflejos que salvaron su vida una vez mas al volver a bloquear el ataque de la espada larga de su cercano adversario, esta vez intentando atravesar su corazón.

La situación se tornaba desesperada para el muchacho; dos soldados mas, el guerrero de cabello gris y el sujeto pequeño de la chaqueta acolchada se acercaban con precaución intentando rodearle para evitar su fuga.

El bárbaro sabia que su única oportunidad era sorprender al grupo de alguna forma, estos sujetos parecían estar entrenados para trabajar en equipo, intercambiaban ordenes entre si en un lenguaje desconocido para el muchacho, e intentaban coordinar sus esfuerzos, así que mientras el circulo en torno a el se cerraba, Darksoler tomó una rápida decisión, con un cambio de encaramiento súbito, cargó contra el soldado que se acercaba por la izquierda; la maniobra funcionó, el guerrero se congeló en su sitio e incluso intentó retroceder medio paso para afianzar su posición, la duda le resulto mortal, para cuando pudo preparar su guardia de nuevo, y bloquear el inminente ataque del muchacho, ya lo tenia encima, la hoja de la espada corta del hijo de Dalemoon se hundió entre los taches de la armadura de cuero y metal del soldado, entró a través de sus costillas y penetró su corazón segándole la vida. La sorpresa había sido exitosa, y  Darksoler había reducido en uno el numero de sus atacantes, pero no volvería a funcionar, el líder de la expedición aprovechó la oportunidad que le ofrecía el arma inmóvil del muchacho dentro del cuerpo sin vida de uno de sus hombres para atacarlo con su espada larga, con un tajo horizontal abrió una honda herida en el  brazo derecho del intruso que había intentado robar en su campamento.

Darksoler retrocedió un par de pasos abandonando su espada corta en el cuerpo de su ultima victima, el suelo empezó a moverse en forma preocupante ante sus ojos, sabia que perdía sangre de la herida de su mano izquierda y ahora por su brazo derecho, pero aun así no se daba por vencido, lo que en verdad lo detuvo fueron las palabras del sujeto pequeño, que habló tras la defensa que le ofrecían los miembros restantes de la expedición que buscaban la forma de atrapar al cazador Bardar Hu:

-       Atthaccaret  somnus, dorhmiret  agora – Las palabras estuvieron acompañadas de un claro gesto que apuntaba hacia el muchacho, eso fue lo que le aclaró a Darksoler que se enfrentaba a un mago. La información fue inútil, el guerrero Bardar cayó al suelo presa de un sueño imposible de evitar.


Para cuando despertó, el sol empezaba a asomar en el firmamento, pero solo descubrieron que había recuperado el sentido cuando el día se hallaba a la mitad; así que pudo ser testigo de el entierro de los tres hombres a los que les había quitado la vida la noche anterior, así como de la revisión de su propio equipo, y de la discusión sobre su identidad y origen, entre los miembros sobrevivientes de la expedición.

Mientras revisaba la resistencia de la cuerda que ataba sus manos a la espalda y sus pies uno contra el otro sin dar muestras de conciencia, intentaba También determinar un poco el papel que jugaba cada sujeto dentro de la pequeña compañía, el que cabalgaba y portaba la bandera era el líder, su nombre era Merec, y parecía bastante inexperto para el cargo, por eso habían enviado al sujeto de cabello gris, quien respondía al nombre de Kirgath, este era de menor rango, cosa que Merec aprovechaba para ordenarle las mas bajas labores, y que claramente desagradaba al veterano. El otro individuo era claramente un soldado raso, obedecía y temía a Kirgath, pero también lo admiraba, además solía mirar con desprecio a Merec cuando creía que este no lo notaba; pero quien mas lo impresionaba era el sujeto llamado Morthak; Darksoler había visto muy poca magia en su vida, sabia por experiencia propia que durante algunas noches del año, Ci-lavok podía ver el futuro, y había visto a uno de los ancianos curar las mas desastrosas heridas de forma instantánea con solo imponer sus manos y murmurar una plegarias a los antiguos dioses, pero nunca había visto nada con implicaciones practicas en el campo de batalla, se preguntaba con temor, que mas podría hacer ese hombre y cual era su labor dentro del grupo de exploradores.

-    Ya basta niño, sé que estas despierto – fueron las palabras de Morthak, aunque llegaban a el con un sonido extraño, como si fueran el eco de las palabras que en realidad había pronunciado el mago. – no te sorprendas, puedes entenderme gracias a mi magia, igual que yo te comprenderé a ti.

-       Pregúntale de una vez de donde viene, donde está su pueblo y cuántos son – gritó Merec al mago mientras preparaba a su caballo con la silla y las riendas.

-       Ya lo escuchaste ladrón, será mejor que hables, Merec puede ser un tipo muy desagradable cuando se lo propone - 

A Darksoler lo sorprendió el extraño sonido que hacia eco de su propia voz al hablar, sabía de sobra que de nada serviría resistirse, la tortura no era de las cosas que quisiera soportar, y mucho menos a manos de un grupo como este, que mostraba claramente un amplio abanico de habilidades, entre las cuales no descartaba la de “causar dolor”.

-       Mi pueblo está a menos de cinco días de aquí, con gusto los guiaré – respondió el muchacho fingiendo un abatimiento y una actitud de derrota y entrega que no sentía, pero que sabía necesaria para ganar el tiempo y la oportunidad que buscaba.

El equipo de exploración no perdió el tiempo, recogieron sus pertrechos y soltaron los pies del muchacho para ponerse en marcha sin demora. Era precisamente el joven bárbaro, con ambas manos atadas a la espalda quien abría la caminata, Merec sostenía la cuerda desde la silla de su caballo siguiendo al muchacho, Kirgath y Morthak seguían a su líder y el soldado de más bajo rango cubría la retaguardia.

Darksoler los guio por los senderos más escarpados que pudo encontrar, como todo buen Bardar Hu, sabía que cuando uno no puede evitar un combate, lo mejor es realizarlo en el sitio escogido por uno mismo.

Durante las horas de marcha revisó el nudo que lo sujetaba una y otra vez, hasta estar seguro de su forma y de cómo soltarlo, así como del tiempo aproximado que le tomaría liberarse de aquellas ataduras.

El grupo acababa de atravesar un ligero bosque de pinos en la cima de una montaña, la ruta terminaba en un acantilado desde donde se veía el hermoso paisaje de un fértil valle, en ese momento el muchacho se detuvo; midió sus oportunidades y decidió que si la diosa fortuna debía sonreírle en algún momento, este ya había llegado. De un salto, pasó sus atadas manos de su espalda a su frente por debajo de sus piernas, giró y encaró a sus captores.

Merec no era un mal líder de exploración después de todo, era experto en mapas y sabía mantenerse alerta, por lo que el intento de fuga del bárbaro era algo que ya se esperaba, y para lo cual estaba preparado; en cuanto vio el salto del muchacho, aseguró la cuerda que sujetaba al cautivo a la cabeza de su silla de montar, para que la fuerza del caballo frenara cualquier carrera que Darksoler quisiera empezar, por supuesto, cuando vio que el joven corría en su dirección, se desorientó por completo.

Darksoler saltó con todas las fuerzas que pudo reunir en sus piernas, una vez en el aire apoyó uno de sus pies sobre el estribo de la silla de Merec, y empujó sobre el cuerpo de este con todo su impulso, el impacto arrojó al teniente fuera del caballo, pero esa no había sido la única intención del muchacho, cuando el cuerpo de Merec aterrizó pesadamente sobre el suelo rocoso, no solo había perdido su caballo y su orgullo, la daga que llevaba en su cinturón, estaba en las manos de su prisionero.

Con un solo movimiento, el guerrero Bardar cortó la cuerda que sujetaba sus manos, de inmediato su atención se centró en Kirgath y Morthak; el guerrero era en verdad temible, había desenvainado su espada larga y avanzaba hacia el muchacho, pero le inquietó mas ver que el mago empezaba a recitar extrañas palabras una vez mas, eso fue lo que agilizó su decisión, arrojó la daga de Merec a Morthak, el acero mordió el pecho del mago interrumpiendo el mortal conjuro que debía acabar con Darksoler y derribándolo del dolor, al tiempo que este tiraba de la crin del animal para encabritarlo lo mas posible, y resguardarse con su cuerpo del mandoble que lanzaba el guerrero de cabello gris. La espada de Kirgath hirió levemente al caballo en una de sus patas delanteras, y en respuesta el enfurecido equino coceó al avezado esgrimista en la cabeza en dos ocasiones, machacándole el cráneo. En ese momento, el hijo de Dalemoon, volcó su atención hacia el soldado de retaguardia, este parecía preparar un objeto de madera que el bárbaro jamás había visto, pero reconoció de inmediato la flecha que el soldado montaba en el extraño cuerpo, con eso, la misteriosa función del aparato quedaba esclarecida.

Darksoler golpeó con sus talones al animal para obligarlo a cargar contra el soldado, e inclinó su cuerpo al costado derecho del caballo para presentar un menor blanco, la flecha silbó junto a su cabeza y el cuerpo de la briosa montura chocó contra el pecho de arquero lanzándolo a varios metros de distancia.

El muchacho desmontó presuroso, desenvainó la espada larga del soldado y se preparó para enfrentarse al líder de la expedición, quien según sus cálculos, ya debía haberse repuesto de su ataque, para su sorpresa, lo halló a escasos metros de distancia, se encontraba tumbado sobre el suelo cuan largo era, con una flecha atravesándole la garganta. Al parecer, se disponía a atacar al joven bárbaro por la espalda mientras el cargaba contra el soldado, y la flecha disparada por este, lo sorprendió en mitad de la maniobra.

Darksoler no perdió el tiempo; cercenó la cabeza del soldado con su misma espada, recuperó su equipo y revisó la herida del caballo, la cual para su alivio, resulto ser superficial, robó la armadura, la espada y las botas de Merec, se aseguró de que las alforjas de la montura contuvieran los preciados mapas de la expedición y metió todos los víveres de la partida en una bolsa de cuero antes de partir a galope, ya tendría tiempo en el camino de saciar su apetito.

Cuando vio al fin el empinado sendero que subía por las colinas hacia su aldea natal, ya habían transcurrido cuatro días, y había visto todo lo que debía ver para sustentar sus acciones.

Cabalgó a paso mediano hasta ingresar en la aldea, no miró a ninguno de los guerreros que fijaban sus ojos en él, haciéndose un sin fin de interrogantes acerca de su montura, su armadura, armas y apariencia; los ignoró hasta que alcanzó la casa principal, aquel sitio donde vivía su hermano, el rey de los Bardar Hu. Le sorprendió el hecho de que fuera su hermano mismo, y no un selecto grupo de sus esbirros quien saliera a recibirlo.

-       sabes hermano, para ser un desterrado, pasas demasiado tiempo dentro de la aldea – fueron las palabras de saludo de Dark-axtorm.

-       No vine a verte para tener una reunión familiar – replicó Darksoler sin desmontar – Más allá de las montañas del oeste hay un verdadero ejercito, sus partidas de exploración pronto descubrirán la aldea, es mejor que estés preparado. –

-       ¿De que estas hablando?, ¿Cómo sabes todo eso? –

-     Si tienes dudas, encontraras lo que queda de los exploradores en la colina de los pinos, pero es mejor que pienses en ese ejercito, creo que son mas de quinientos hombres, yo he venido a llevarme a mi madre a un lugar seguro.-

Una sombra de miedo pasó por la frente del rey Bardar, erróneamente, Darksoler lo atribuyó a la gigantesca armada que había visto preparándose a varios días de camino, y que parecía amenazar el territorio de su hermanastro.

-       Bien Darksoler; ya has dicho lo que viniste a decir, así que toma tu caballo y sal de las tierras Bardar Hu, ya me ocuparé yo de cualquier amenaza que ingrese en nuestras fronteras, esa es mi obligación. -  Dijo Dark-axtorm dando por terminada la discusión cuanto antes.

-      No sabes lo que dices Dark-axtorm, no has visto lo que yo, son mas hombres de los que puedes contar con la mirada, tienen caballos como nosotros tenemos pieles, sus bestias tiran de enormes tiendas de donde entran y salen hombres con víveres, no tendrás oportunidad. Si he venido es para poner a mi madre en un lugar seguro.–

Darksoler espoleó el caballo en dirección a la choza donde vivía Dalemoon, sin esperar respuesta alguna por parte de su hermano, y tal vez por eso no alcanzó a ver el gesto de desesperación que se empezó a formar en el rostro de este, quién medio segundo después entró a su casa requiriendo a gritos su espada y su escolta.

El sendero hasta la pequeña choza le resulto especialmente corto, tal vez por ser la primera ocasión en que lo recorría  a caballo, le alarmó ver a dos guerreros Bardar haciendo guardia en la entrada de la vivienda que ocupaba su madre, y su alarma creció mas cuando los dos individuos se alejaron corriendo en cuanto lo reconocieron. De un salto desmontó del animal, y en dos pasos atravesó la entrada de la pequeña choza, lo cual lo dejaba en medio del único recinto que la componía.

Dentro todo era desorden, caos y confusión, la una vez acogedora morada que Dalemoon se afanaba en tener siempre aseada era ahora un campo regado de restos de ollas de barro, pieles regadas y sangre. En el centro del escenario se encontraba el cuerpo sin vida de quien fuera su madre, aquel rostro de menos de treinta años, se hallaba deformado por incontables golpes y cortadas, sus vestidos estaban rotos y sus manos llenas de cortes y magulladuras, con los nudillos y las uñas llenas de sangre.

Todo en el campo visual de Darksoler se tornó rojo, la ira del joven bárbaro tomó el control de cada una de sus acciones, y de pronto, antes de que un grito de odio escapara de su garganta, una extraña luz de inteligencia brilló en su mente, formando un único puente hacia la cordura. No supo en que momento desenvainó la espada larga que había pertenecido a Merec, ni cuando salió de la casa que alguna vez había ocupado su madre, cuando volvió a ser consiente de sus actos, se hallaba en medio de la calle, mirando de frente hacia donde se encontraba sentado Darkozahr; su padre, cuyo rostro aun mostraba las huellas sin cicatrizar que había dejado Dalemoon antes de morir. El antiguo rey de los Bardar Hu se encontraba sentado sobre una roca, justo al pie del desfiladero donde una noche de augurios, su hijo le había arrancado el derecho de reinar sobre su pueblo, en su mano derecha sostenía la pesada espada a dos manos que tantas victorias le había dado, y como si hubiera esperado la aparición de su hijo de un momento a otro, sonrió al ver a Darksoler.

Los dos guerreros se miraron durante unos segundos, ambos habían ambicionado ese encuentro en más de una ocasión, e incluso habían soñado con la muerte del otro. Darkozahr se levantó lentamente, su sonrisa ligera se trasladó al rostro de su hijo; Darksoler levantó con ambas manos la espada larga apoyando el peso en la fuerza de su hombro derecho, y en una corta carrera, descargó un mandoble hacia la cabeza de su padre. Darkozahr era muy buen guerrero para ser alcanzado con ese ataque; instintivamente flexionó sus rodillas y levantó su espada sobre su cabeza bloqueando la mortal embestida, por reflejo giró sobre si mismo mientras alargaba su arma buscando cortar el torso desprotegido de su atacante, pero su hijo ya había saltado hacia atrás, poniendo un espacio suficiente entre la mortal hoja y su cuerpo para que la espada solo mordiera el aire. Ahora era la oportunidad de Darkozahr, el experimentado bárbaro había estado en innumerables combates, un muchacho inmaduro era una presa demasiado fácil para el. Extendió hacia atrás su pie derecho para dividir su equilibrio en el ataque, pero su pie solo halló el vacío del desfiladero; cuando había girado sobre si mismo, el movimiento lo había acercado demasiado al borde del precipicio, y absorto como estaba en su joven contrincante, no había notado su cercanía con la mortal caída, ahora debía pagar por semejante descuido.

El temor se asomó por unos segundos en los ojos del gigantesco guerrero, supo de inmediato que de no hallarse en mitad de un combate mortal, tendría el tiempo suficiente para recomponer su equilibrio, pero en estas circunstancias, la natural reacción de abrir los brazos para impulsarse hacia delante y volver a la seguridad del suelo sólido, solo brindó una clara oportunidad a la hambrienta espada de su hijo.

Darksoler vio la brecha en la defensa de su padre, tan claramente como su lucha por no caer en el mortal precipicio; pero él sabia que Darkozahr no era digno de morir en el mismo lugar que Ci-lavok. De un solo golpe clavó dos palmos de su hoja dentro del pecho de su padre, y con la misma arma como palanca, lo trajo a la roca sólida del borde del despeñadero. No bien había caído el cuerpo de Darkozahr a sus pies, el hijo de la asesinada Dalemoon le cortó la cabeza.

El combate había durado menos de lo que tarda una joven en asustarse; pero cuando Darksoler miró a su alrededor, una pequeña multitud se había formado a menos de diez metros del precipicio, entre las personas que habían atestiguado su pelea con Darkozahr, se encontraban algunos guerreros de su hermanastro, así que esperaba la llegada de este de un momento a otro. Habría sido muy iluso si hubiera pensado que podría salir de la aldea sin confrontar al rey Bardar después de que había asesinado a su padre.

Darksoler no era un novato en asuntos de combate, su experiencia con la espada, el arco, la daga y el látigo distaba mucho de la de cualquier Bardar Hu de su edad; pero no era rival digno de Dark-axtorm, quien podía ser calificado como experto en la lucha con espada larga entre los mas avezados guerreros de la tribu. Aun así, el joven bárbaro no se alarmó durante el tiempo que pasó de pie, con la mirada perdida, a un lado del cadáver de su padre mientras esperaba a que su hermano se hiciera presente para intentar vengar el homicidio que él acababa de cometer.

El destino nunca nos hace esperar más del tiempo necesario, y para Darksoler no sería la excepción. Su hermano atravesó la multitud que formaba un abierto cerco en torno al cuerpo sin vida de Darkozahr y su asesino, el rey de los Bardar llevaba su espada larga desnuda, sostenida por la mano derecha, mientras que el puño de la izquierda se cerraba para sostener un largo puñal con cacha de hueso.

Darksoler plantó sus pies lo mas firme que pudo sobre el suelo rocoso, levantó su espada a la altura de sus hombros y esperó el ataque de su hermano. El sablazo de Dark-axtorm vino en forma horizontal, de un lado al otro, buscaba mas bajar la guardia del muchacho que herirlo realmente, y dada su fuerza superior, lo consiguió. Si el joven cazador hubiera tratado de recomponer su equilibrio y su guardia, la baja puñalada de su hermano con su otra arma lo habría atravesado en el vientre, pero el menor de los luchadores saltó hacia atrás por reflejo, consiguiendo que el arma de cacha de hueso solo cortara el aire entre los gladiadores.

El hijo de Dalemoon aprovechó la oportunidad del golpe fallido para saltar contra su hermano con la espada en alto, dispuesto a abrirle el cráneo de un tajo, pero Dark-axtorm giró sobre si mismo para evitar el golpe, posó su bota sobre el arma de su rival en cuanto esta golpeo el suelo y lanzo una estocada larga con el puñal, al cuello de Darksoler; el joven Bardar solo pudo evitar la muerte abandonando su arma y lanzándose hacia atrás, lo cual ocasionó que cayera en el suelo cuan largo era a dos metros de su oponente.

Dark-axtorm avanzó con pasos cortos hacia su hermanastro, no levantó su espada por que esperaba que el muchacho no luchara en el momento final; pero Darksoler se arrastró sobre su espalda intentando alejarse de su verdugo, por mas que estuviera listo para afrontar la derrota, no significaba eso rendirse antes de recibir el golpe mortal. Pronto descubrió que arrastrándose por el suelo no podría huir de la espada del rey de su tribu, pensó que tal vez si saltaba sobre su hermano con toda su fuerza, tal vez podría lastimarlo con sus puños mientras moría, eso al menos haría que lo recordaran durante el tiempo que duraran las marcas causadas por sus golpes. Le pareció un trato justo dadas las circunstancias y apunto estuvo de saltar sobre Dark-axtorm para dar por terminado el duelo, cuando su mano tocó el látigo de cuero seco y empuñadura de hueso que pendía de su cintura.

El movimiento fue totalmente reflejo, producto de muchas tardes de entrenamiento junto a Ci-lavok, la mano halló la empuñadura de hueso del látigo, lo desenganchó del cinturón y atacó hacia el rostro de su adversario.

Dark-axtom  sintió como si algo lo hubiera mordido en el ojo derecho, el dolor fue tan fuerte que soltó espada y puñal al instante para tocarse el rostro con ambas manos, sus rodillas se doblaron como si estuvieran hechas de madera podrida, no supo cuanto tiempo estuvo así, cubriéndose el rostro con las manos. El golpe de la bota de su hermano contra su cabeza lo arrojó al suelo, y su único ojo le mostró como Darksoler apoyaba la punta de la espada contra su pecho, mientras que la otra mano seguía esgrimiendo el peligroso látigo. Dudó entre lanzarse contra la espada de su hermano para terminar con su vida de la forma mas rápida, o intentar ordenarle a los guerreros que atacaran a su rival, aun a costa de la vergüenza de ser rechazado por haber sido lisiado, lo cual, según la ley Bardar, lo imposibilitaba para seguir siendo rey.

Darksoler retiró la espada del pecho de su hermano unos minutos después, envainó el arma, recogió el látigo y lo colgó de su cinturón, caminó lentamente hacia su caballo y montó en el, nadie intentó detenerlo. Mientras se alejaba de aquella aldea jurando jamás volver escucho los gritos de su hermano:

-    No importa donde vayas, voy a encontrarte, haré tu vida miserable hermano, y cuando sientas que no hay nada mas que puedas perder, apareceré para quitarte la vida. Te destruiré como destruiste el reinado de la sangre de Darkozahr –

Darksoler no prestó atención a los gritos, su mente se centraba en el camino hacia el sur, donde se encontraban un grupo de reinos tan ricos como nunca se han visto, al menos eso había dicho Ci-lavok, pero era suficiente para él, si existían, ya se encargaría el de labrarse una posición en esos magníficos lugares, había aprendido que un buen guerrero puede ser útil en cualquier lado, además nada lo ataba a aquella tierra helada.



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