¿CÓMO MATAR A DALSHAZTAT?
Las manos de Hon Yi Lung trabajaban
con toda la premura que era posible en aquel oscuro sótano, pero aun para quien
es un experto, no es fácil calcular el largo adecuado para que cuatro mechas
distintas funcionen al mismo tiempo, sobre todo, cuando se es incapaz de
verlas. Nadie había dicho que era un trabajo fácil, ni siquiera para un maestro
asesino como él, por algo era que ganaba una pequeña fortuna con este trabajo.
De todas formas, el trabajo también tenía
sus gastos; como los cinco mil leones de oro que había pagado a aquel miembro
del gremio de arquitectos por poder echar una ojeada al plano de las
alcantarillas, o la cifra similar al borracho general del ejército por otear la
disposición de las patrullas subterráneas durante aquel día. Ellos podrían
alegar en su defensa que solo se había tratado de pequeñas miradas a aquellos
importantes documentos, y que en ningún momento se había puesto en riesgo la
seguridad de la ciudad estado mas importante del mundo, pero lejos se hallaban
de sospechar que su prodigiosa memoria le permitía duplicar con asombrosa
exactitud, cualquier documento que observara por algunos segundos. Al fin y al
cabo, ellos no sabían de su prestigio, aquí él no era nadie, y era mejor de esa
manera, de lo contrario no habría sobrevivido tanto tiempo. Había sido su fama
como el mejor asesino de todo oriente, lo que le había puesto en peligro después
del homicidio del sumo sacerdote del culto de la mano del mono, un trabajo
excepcional, ejecutado con la mayor exactitud posible, razones por las cuales
fue escogido entre la reducida lista de sospechosos capaces de una proeza tal.
Huir de oriente, con todos los
cazadores de recompensas de los cuatro reinos tras de si, había sido una
empresa tan difícil y peligrosa como el mismo asesinato. Con lo que no había
contado, era con que sus patrones fueran descubiertos, capturados y ejecutados,
lo cual hacia que su vuelta triunfante como héroe de una revolución secreta, y
los años de gloria viviendo como un príncipe, quedaran descartados.
Una leve sonrisa se dibujo en los
labios del asesino en medio de la oscuridad. Al tacto se aseguró que los cuatro
barriles de pólvora estuvieran en las columnas adecuadas, y de que las bolsas
con metralla estuvieran distribuidas de tal forma que volaran hacia arriba
destruyendo el techo de esta habitación y el suelo de la que se hallaba sobre
su cabeza. Por un segundo se sintió como un topo, y pensó que la oscuridad era
una compañera constante en su vida. Había sido en la oscuridad del macabro
pueblo subterráneo de puerto muerte; guarida de piratas, bandidos, esclavistas,
contrabandistas y ladrones en donde había conseguido refugio seguro contra la
jauría de perseguidores que lo acosaba, y de la misma oscuridad había surgido
aquella sombra envuelta en penumbras que le había ofrecido este trabajo.
- Mi nombre no importa – le
dijo la oscuridad en esa ocasión. – pero soy el hombre mas poderoso del mundo
criminal, tu eres Hon Yi Lung, el mas peligroso asesino de oriente y yo te
necesito. –
- Si sabes quien soy, también
sabes que ese conocimiento te costará la vida – respondió con una sonrisa en
los labios.
La sombra envuelta en penumbras
alargó lo que pareció ser un brazo, e inmediatamente, una presión proveniente
de todos lados atenazó e inmovilizó al asesino amenazando con quebrar todos sus
huesos.
- Eres más tonto de lo que
crees, no tienes la más remota posibilidad de acabar con mi vida. – aseguró
aquel misterioso ser sin que hubiera un asomo de intimidación en su voz. – He
recreado un encuentro entre tú y yo en mi mente, y ni en un millón de
ocasiones, lograste herirme. -
- Entonces dime que quieres y
lárgate. – alcanzó a graznar con esfuerzo el asesino.
La presión de sus huesos desapareció
con la misma velocidad con que se escapa la vida de un hombre que pierde su
sangre, y mientras el aire entraba a sus pulmones, el misterioso visitante dijo
la frase que lo convirtió en su aliado:
- quiero que mates a una
persona –
Durante la siguiente hora, el oscuro
visitante le explicó que era la cabeza de todas las organizaciones de
esclavistas que se movían en el bajo mundo del continente, y que sus nexos
criminales llegaban más allá de las fronteras, pero que todo su imperio se
encontraba en alto riesgo por un solo evento:
- En quince días, un hombre
llamado Clavius Acticus llegará a la ciudad de Kolmidur, el sujeto es el jerarca
supremo de los paladines de la tormenta, trae consigo un conjunto de
estrategias para combatir las bandas de esclavistas que laboran en el área, una
lista de los presuntos implicados en esta actividad que ostentan altos cargos
dentro de la mi organización, y lo que es peor, un amuleto infalible de leer
almas, lo cual impide que pueda acercármele lo suficiente para matarlo sin
delatar mi identidad.-
- Vaya, todo eso en un solo
hombre debe hacerlo un tipo poderoso, ¿ese es el tipo que quiere que mate? –
- El paladín es peligroso, pero
no es el blanco, puedo controlarlo de ser necesario. – respondió aquella sombra
sin manifestar ningún tipo de emoción. - Pero planea una reunión con un hombre llamado Dalshaztat,
ese es su blanco, y no debe subestimarlo.
Para aquel momento, la curiosidad ya
se había apoderado de Hon Yi Lung, en pocos minutos había visto manifestaciones
de poder mas allá de su alcance, había oído de personas cuya influencia
alcanzaba mas lejos de lo que podía soñar su mente, y ahora un nuevo personaje
entraba en escena en la obra de su vida, para él era un posible blanco, por lo
que era mejor conocer todo sobre este personaje.
- ¿Quién es ese sujeto, y por
que no lo mata usted? – preguntó el asesino oriental, mas para obtener información
útil en un trabajo que ya había aceptado que por curiosidad personal. Si la
sombra con forma humana hubiera tenido rostro, habría sonreído.
- Dalshaztat es el misterio mas
grande de los últimos años, es mago y psíquico, y aunque es mas que
sobresaliente en lo primero, su capacidad como lo segundo es excepcional. Apareció
en Kolmidur hace unos quince años; se convirtió en el único aprendiz de Kyrrian
Blackmoore, el mejor mago de la ciudad, un hombre con fuertes conexiones políticas,
aprendió del anciano cuanto pudo, y heredó su lugar como administrador del
puerto de la ciudad ante el consejo de señores, y después, de alguna forma,
convenció al anciano mago de retirarse a vivir en algún sitio secreto, lejos de
la ciudad. Dicen que su poder es tan grande, que puede leer la mente de
cualquiera que pronuncie su nombre dentro de los límites de Kolmidur. No hay
posibilidad de que me acerque a este tipo sin poner en riesgo a toda mi
organización en caso de fallar, mi única opción es contratar a un experto que desconozca
todo sobre mi gente. -
Para ese momento,
los ojos del asesino eran como platos, se estremecía de pensar que un solo
hombre pudiera tener tanto poder, incluso había detectado un ligero tinte de
orgullo en la voz de aquella sombra misteriosa cuando hablaba de su rival.
- ¿Cómo es Dalshaztat? –
preguntó Hon Yi Lung - debo poder distinguirlo entre la gente sin necesidad de
andar haciendo preguntas indiscretas. -
- Nadie lo sabe – contestó la
sombra. – pero eso no será problema, oculta su rostro tras un yelmo dorado que
multiplica sus poderes, y utiliza siempre una capa de color rojo que parece
tener vida propia, es una figura notoria, no puedes equivocarte. -
- No lo sé – dijo el oriental
cambiando el tono de la conversación, ya había tomado una decisión, pero el
regateo hacia parte de cualquier negociación en un contrato. – parece demasiado
peligroso, ¿Cuánto podría ganar por matar a un tipo así?, es todo un reto. -
- Te pagaré dos millones de
leones de oro en la forma que desees, joyas, cartas de crédito, oro. Y te daré
cien mil monedas por adelantado para los gastos de la operación. -
Ese fue el momento en que todo el
mundo alrededor de Hon Yi Lung perdió perspectiva, la cifra era desorbitante,
con dos millones de monedas podría comprarse una pequeña isla y desaparecer del
mundo por el resto de la vida viviendo como un noble en su propio reino, solo
con las cien mil monedas de adelanto podía considerarse rico, la cifra era tan
alta que dudó que pudiera ser real.
- Nadie tiene tanto dinero –
aseguró con todo el tono despreciativo que logró reunir. Entonces si que rió la
oscuridad con forma humana.
- Nadie en los círculos en que
te mueves – respondió el líder de los esclavistas. – ve a los muelles de puerto
muerte, solo hoy han fondeado cuatro barcos pertenecientes a un hombre llamado Stravos
Steranko, es contrabandista, trafica con arte, joyas, magia y otros objetos.
Ese sujeto gana unos seis millones de monedas de oro cada semana, pero ni
piense en tocarlo – advirtió la sombría figura al asesino cuando vio la codicia
dibujada en su rostro – no saldrías vivo de puerto muerte, el tipo es uno de
los pilares que mantiene este lugar, y yo soy otro de ellos. -
Hon Yi Lung buscó a tientas la
pequeña loza de piedra que comunicaba aquella bodega del palacio de gobierno de
Kolmidur con las alcantarillas de la ciudad, levantó la loza y se introdujo en
el estrecho túnel con todo el cuidado necesario para desenrollar a su paso la
mecha madre que desencadenaría la explosión de la habitación que dejaba atrás,
cerró la escotilla teniendo una delicadeza extrema para dejar que la mecha
cruzara por el estrecho agujero que había practicado en una de las esquinas de
la piedra, y se internó en el túnel de desagüe hacia el escondite desde donde
pensaba dinamitar la reunión cumbre de su blanco en menos de media hora.
Mientras corría por la pequeña corriente de desperdicios recordó los intentos
fallidos que había efectuado antes.
Le había costado un buen porcentaje
de las cien mil monedas el conseguir a un alquimista experto que accediera a
prepararle un poco del veneno conocido como “el beso de la parca”, un potente
preparado cuya formula estaba prohibida en todo el mundo, capaz de acabar con cualquier hombre con
menos de una gota; la muerte era rápida, y no había antídoto conocido, la
toxina destruía el organismo que la ingería hasta tal punto que perforaba el
estomago, y hacia que todos los poros sangraran en menos de cinco latidos del corazón.
Pero el intento había fallado, de alguna manera, sin importar todas las
precauciones que había tenido para infiltrarse hasta las cocinas del palacio de
gobierno sin ser visto, y determinar sin posibilidad de error cual era la copa
de vino de donde bebería su victima, Dalshaztat había sido capas de detectar el
filtro en su bebida sin siquiera tocar la copa, y la había arrojado por la
ventana con el esfuerzo de una mirada. Por supuesto él había tenido que matar
al alquimista para cubrir su rastro.
El segundo intento había tenido
peores consecuencias, consiguió tres secuaces lo bastante desesperados para que
intentaran atacar al poderoso mentalista durante una de sus visitas a cierta
posada donde solía pasar un par de horas de cada semana escuchando a los
juglares, compró tres dagas de acero verde del noveno infierno, el cual puede
quitar una vida entre terribles fiebres al menor corte, y esperó pacientemente
a que sus esbirros tuvieran éxito. Pero aquella noche, cuando sus cómplices
recibieron la señal de actuar, Dalshaztat debió percibir su intención, y con un
solo gesto de su mano derecha, convirtió a tres aguerridos criminales en
retrasados mentales. Lo peor era que después de aquel fallido atentado, los
magistrados de la ciudad hicieron circular su descripción entre la guardia
junto a una orden de captura, lo cual confirmaba sus sospechas de que el psíquico
había podido leer la mente de sus idiotizados colaboradores.
Hon Yi Lung encendió la mecha madre
que detonaría sus barriles de pólvora, e hizo un esfuerzo sobre humano para no
verificar la hora en el reloj de agua que descansaba a su lado, debería confiar
en sus cálculos, prefería no pensar en los detalles de lo que hacia en ese
momento, debía actuar de manera mecánica, orientar sus pensamientos hacia el
pasado y alejarlos del presente para evadir los poderes del psíquico, de lo
contrario volvería a fallar. Se aseguró que la mecha ardía bien, y se alejo
corriendo en la dirección contraria hacia donde avanzaba lentamente la pequeña
chispa.
El tercer intento había sido el peor
de todos, casi lo habían capturado, y solo había logrado escapar gracias a su
agilidad para evadir a los magistrados y a la guardia sobre los tejados de la
ciudad. Había agotado casi todo el anticipo en la compra de una “flecha asesina
de toque supremo”, y actuando como un principiante, esperó a tener su blanco a
la vista con la esperanza de que un solo roce de la saeta, bastaría para
arrancarle la vida mas allá del alcance de cualquier ayuda mortal gracias a su
poderosa magia, pero el atentado había fallado desde que vislumbró al objetivo.
La atención necesaria sobre el psíquico para poder acertar el disparo, lo había
puesto sobre aviso. Dalshaztat incluso esperó a que disparara, y entonces
levantó su brazo en un gesto que se le hizo familiar, y la flecha se detuvo en
mitad de su vuelo, cuando vio que esta empezaba a virar en su dirección, empezó
a huir, por fortuna lo había conseguido.
El mejor asesino de oriente emergió
de las alcantarillas en un oscuro callejón de la ciudad de Kolmidur, hizo un
esfuerzo mental para calmar su agitación interior, y con un paso ligero se
dirigió a su escondite, la señal de que todo había terminado seria demasiado
evidente para ser ignorada. Una vez en el pequeño cuartucho sin ventanas, se
permitió un ligero pensamiento de admiración sobre su habilidad para resolver
la situación.
- ¿Cómo no pensé
antes en una bomba?- reflexionó Hon Yi Lung - nada mas impersonal que una
bomba, no habrá ningún contacto del elemento destructor con la victima, y
aunque pueda percibirla un poco antes, será incapaz de escapar, y lo mejor, no
quedaran residuos suficientes para que puedan rastrearme con una lectura mental.-
La detonación fue tan fuerte que
interrumpió los pensamientos del asesino, pero no lo suficiente como para
mitigar el júbilo de su corazón. Con un esfuerzo de su voluntad espero
pacientemente por si había explosiones secundarias que indicaran un error en el
cálculo del largo de las mechas, no las hubo, así que se preparo para unirse a
la carrera de los curiosos que se dirigían al palacio de gobierno, donde momentos
antes del atentado explosivo se reunía el representante del consejo de señores
para los asuntos del puerto con el jerarca supremo de los paladines de la
tormenta, quienes para este momento debían ser cadáveres.
El caos alrededor de los escombros de
las habitaciones destruidas en las torres del lado este del palacio de gobierno
era mas que evidente, grupos de soldados intentaban remover las pesadas piedras
aun antes de que la gruesa nube de polvo se asentara, Austan, el poderoso
minotauro de mas de dos metros de altura, que dirigía la armada náutica de la
ciudad con puño de hierro, gritaba ordenes a sus marinos para que alejaran a
los curiosos mientras intentaba levantar él solo una pesada viga de madera que
aprisionaba un cuerpo. Cuando lo consiguió, solo logró revelar el cadáver de Clavius
Acticus, el noble guerrero había muerto con toda la parte superior de su cuerpo
aplastada por los escombros, Hon Yi Lung, mimetizado entre los curiosos, pudo
distinguir los restos deformados del amuleto de leer almas, enterrado en el
inerte pecho del paladín. Una sonrisa se dibujo en el rostro del asesino al
imaginar el final del mentalista con la cabeza deformada por el metálico yelmo
dorado que le cubría el rostro, pero la sonrisa se borró al sentir el
estremecimiento de los escombros frente a él.
Las rocas se movieron con mas fuerza,
los rescatistas, incluyendo al gigantesco minotauro se alejaron de las
desordenadas piedras que antes formaban una torre del palacio mas hermoso de la
ciudad. De pronto, del suelo surgió con un rugido una esfera brillante de aire
y energía cubierta de tierra, polvo y restos de la explosión. La esfera se
desvaneció lentamente ante la expectativa de los observadores, algunos de los
cuales habían empezado a empuñar sus armas ante la posibilidad de hallarse
frente a algún monstruo subterráneo, pero ante sus atónitas miradas solo se
encontraba el poderoso psíquico de la ciudad de Kolmidur, levitando sin ninguna
herida aparente.
En ese momento Hon Yi sintió más
miedo que nunca en su vida, comprendió que Dalshaztat había sentido la bomba
algunos segundos antes de que estallara, los suficientes para levantar un
escudo mental que lo protegiera de la explosión, se preguntó la razón por la
cual el mentalista no había protegido al paladín, y en ese momento todo tuvo
sentido.
Dalshaztat señaló con su brazo
derecho a Hon Yi Lung, era un gesto demasiado conocido para el asesino, así
como aquella presión proveniente de todos lados que lo atenazaba e inmovilizaba
quebrando todos sus huesos.
Dicen que en los últimos instantes,
la mente se vuelve más perspicaz, más rápida, más abierta, un montón de
recuerdos se agolparon en la memoria del oriental en sus momentos finales y rememoró
las palabras con que se expresara su blanco sobre el paladín, mientras tenia la
forma de una sombra entre tinieblas:
- Trae consigo un conjunto de estrategias para combatir las
bandas de esclavistas que laboran en el área, una lista de los presuntos
implicados en esta actividad que ostentan altos cargos dentro de la mi
organización, y lo que es peor, un amuleto infalible de leer almas, lo cual impide que pueda acercármele lo suficiente para matarlo sin
delatar mi identidad. -
El ligero tinte de orgullo en la voz
de aquella sombra, cuando se expresaba de quien se suponía era su rival, tenia
sentido ahora, el gesto del brazo derecho cuando lobotomizó a los tres
atacantes, similar al del momento en que detuvo la flecha, y al del ataque de
la sombra en puerto muerte, el mismo que ahora le destruía cada hueso y cada
órgano interno de su cuerpo.
Un último interrogante invadió la
mente del asesino en sus segundos finales, ¿Cómo pudo prever el ataque con la
bomba?, la respuesta se la había dado el mismo Dalshaztat en la forma de su
misterioso patrón en puerto muerte:
- He recreado un encuentro entre tú y yo en mi mente, y ni en
un millón de ocasiones, lograste herirme. -
Hon Yi Lung sonrió con su último
espasmo de vida, un maestro asesino reconoce con humildad cuando ha sido
superado por otro. En el momento de su muerte sintió lastima por el mundo que
dejaba atrás, un mundo en las manos de aquel sujeto a quien él no habría podido
matar ni en un millón de oportunidades, no extrañaría un lugar así.
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